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La prueba de fuego de 2021 - A contracorriente

Mi historia con las oposiciones


- Prólogo - Believer

- La decepción de 2006 - Only human

- El fracaso de 2008. -19 días y 500 noches después

- El caballero blanco de 2010- Oh ángel sent from up above.

- La semilla de 2012 - Moving. 

- Los experimentos de 2014 - Es mentira

- La prueba beta de 2016. - Whatever it takes

- El último gran héroe de 2018. - Eso que tú me das

- La prueba de fuego de 2021 - A contracorriente

- La mentalidad sublime de 2023. (en curso)


Para estas oposiciones de 2023 he decidido elaborar una guía y unos consejos para ayudar a los miles de opositores que sueñan con una plaza. Pero para entender todo lo que tengo que contar es necesario que conozcas primero mi historia. Hoy seguimos con la octava parte: la prueba de fuego de 2021.


La prueba de fuego de 2021

Conocí a Miriam del Carmen en septiembre de 2016 justo cuando acababa de aterrizar en Málaga después de varios años trabajando en Cádiz. Miriam era una alumna como nunca había conocido, y cursaba 1º de bachillerato en el IES Huelin. Su jornada empezaba por la mañana, acudiendo al instituto como todos los chavales de su edad, sin embargo, desde muy pronto te dabas cuenta de que tenía algo especial. Realizaba todas las tareas al máximo nivel de excelencia, preguntaba absolutamente todo lo que se puede preguntar en clase (algunas cuestiones de alto nivel universitario), y cuestionaba las respuestas del profesor cuando no le convencían. Pero esto no era lo impresionante de Miriam. 

 

Algunos profesores se sentían incómodos en presencia de Miriam, sabedores que, ante el más mínimo desliz, allí iba a estar ella para remarcar que lo que el profe estaba diciendo no era correcto. Tenía un dominio tan absoluto de todas las materias que acabó sacando un 10 en todas y cada una de las asignaturas de 1º y 2º de bachillerato. Así es, 10 de media.  Pero esto tampoco era lo más impresionante de Miriam.

 

El verdadero espectáculo empezaba a las 3 de la tarde cuando sonaba el timbre que indicaba que las clases habían finalizado. Miriam salía corriendo para casa, donde tenía preparada una bolsa con la comida del día. Dejaba la mochila, y sin sentarse, salía por la puerta dirección al conservatorio de danza en donde ya se encontraba en uno de los últimos cursos. Comía de camino, justo para llegar y empezar una extenuante tarde que acababa a las 9 de la noche. Al acabar, vuelta para casa, ducha y cena. En ese momento, el reloj marca las 10:30 de la noche. Un día, otro y luego otro.

 

Cuando me contó su jornada diaria le pregunté que cuando encontraba tiempo para estudiar y para hacer las tareas diarias del instituto. Me dijo que trataba de estudiar los fines de semana, aunque normalmente no era suficiente. Todas las tareas diarias, más el estudio que tenía pendiente, lo hacía a partir de las 10:30 de la noche. 

 

- Pero Miriam ¿a qué hora te vas a dormir entonces?

- Cuando acabo todo lo que tengo que hacer. Depende del día, a veces es a la 1, otras a las 3 y a veces es a las 6. Mientras no acabo no me acuesto.

 

En los dos años de bachillerato que fui afortunado de darle clase, Miriam sacó un 10 en todos y cada uno de los exámenes, no dejó ni un solo día sin hacer con absoluta perfección todas las actividades que mandé y ni un segundo pude encontrar en el que no estuviera prestando atención en clase. Ni un solo día utilizó la excusa de que no había tenido tiempo para dejar de hacer una tarea o un proyecto.  Como diría mi amiga Mary Katherine – Miriam always delivers – Siempre cumple.

 

Durante esos dos años aluciné viendo a Miriam en acción. Si el profesor acababa una clase 10 minutos antes de sonar el timbre y les dejaba “tiempo libre”, Miriam se ponía a realizar actividades de otras materias. Si en el cambio de clase el profesor tardaba un poco más en llegar, ella estaba repasando lo visto en la clase anterior. Su pensamiento era - si durante la mañana consigo rascar 20 minutos de aquí y de allá, eso supondrá que esta noche podré dormir 20 minutos más - Lo más impresionante de Miriam, era que con 16 años tenía esa mentalidad. Su objetivo era sacar un 10 en todas las materias y llegar a lo más alto en las clases de danza, y era consciente de los sacrificios que conllevaba el conseguirlo. Una vez que tienes claro que deseas ese objetivo y que estás dispuesto a aceptar los sacrificios ¿para qué poner excusas? Miriam always delivers.

 

Y tú te preguntarás qué demonios tiene que ver todo esto con la historia de 2021. Y la respuesta, es que tiene que ver con todo. Absolutamente con todo.

 

Una vez acabada la oposición de 2018 me sentía lleno de energía. No solo las personas a las que había preparado economía habían sacado la plaza en su primer intento con notas extraordinarias, sino que otros amigos de otras especialidades (ADE, FOL y matemáticas) habían acudido en mi ayuda para la defensa de la programación y también habían obtenido la plaza. 

 

El hecho de que las personas a las que ayudé consiguieran un 100% de plazas, en cuatro especialidades distintas, me espoleó ese verano de 2018 y empecé a plantearme la posibilidad de preparar a un mayor número de personas. Recordé lo perdido que yo había estado en 2009 y como sin la ayuda de mi preparador nunca jamás hubiera conseguido ser profesor. 

 

Sin embargo, ser preparador no es precisamente un picnic. Mejor dicho, ser un buen preparador no es precisamente un picnic. Preparar bien exige tener un temario nuevo y actualizado para cada convocatoria (mucha gente no comprende que el temario de 2018 no vale para 2021). También exige continuas correcciones a los opositores y una reflexión continua sobre los muchos aspectos a modificar a lo largo de los meses. Las tendencias evolucionan, la ley cambia (continuamente salen nuevas órdenes e instrucciones) y los preparadores que no se actualizan cada mes, condenan al suspenso a sus opositores.  Además, no podemos olvidar la presión psicológica de saber que las esperanzas y los sueños de las personas que preparas están en manos de muchas de las decisiones que tú tomes.

 

Por eso me sorprende cuando personas recién aprobadas deciden lanzarse a ser preparadores. Muchos de ellos no entienden el verdadero coste, tanto de tiempo como a nivel emocional, de ser un buen preparador.  En cierta manera, ser un buen preparador es muy similar a ser un buen opositor, una tarea que te puede llegar a absorber por completo. No son pocos los opositores y preparadores que prácticamente renuncian a su vida personal y familiar. Por ese motivo es muy poco común que aquellos que han sido muy buenos opositores (y han hecho muchos sacrificios), quieran ser preparadores recién obtenida plaza. O mejor dicho, que quieran ser buenos preparadores. Todavía me sorprenden más los que deciden ser malos preparadores sin querer aceptar los sacrificios y desentendiéndose de las muchas esperanzas que los opositores depositan en ellos.

 

La decisión de empezar a preparar a más personas a partir de 2018 era complicada, porque era perfectamente sabedor de que tenía un elevado coste a nivel personal. La que era en ese momento mi pareja me insistió en que tenía la capacidad de poder ayudar a muchas personas y que debía aceptar ese coste. Probablemente sin su apoyo nunca me hubiera animado.

 

Lo primero que tenía que hacer en la preparación era elaborar un nuevo temario actualizado (imprescindible), algo que ya de por sí lleva bastante tiempo. Elaborar un tema “del montón” es relativamente fácil, pero hacer un tema de calidad ya es otra cosa. Lo siguiente sería la parte práctica. Me había dado cuenta de que tanto en 2016 como en 2018 depender de materiales externos no era una gran idea. La parte práctica había sido claramente nuestro punto débil y había estado muy cerca de costarnos un disgusto. Esta parte habría que desarrollarla de cero. Por último, teníamos la parte de la programación y unidades didácticas, la cuál habría nuevamente que actualizar. La LOMCE ya estaba consolidada y había una continua evolución en la manera en la que se estaba implantando, en especial en el apartado de los estándares de aprendizaje evaluable. La manera en la que habíamos planteado la programación en las oposiciones de 2018 había sido un éxito, pero pronostiqué que, de mantenerse en 2020, sería todo un fracaso. Había que actualizarse. 

 

La gente se sorprende cuando digo que, aunque elaborar todos estos materiales lleva cientos o incluso miles de horas, esta es la parte fácil del preparador. La parte complicada viene cuando uno tiene que lidiar con los opositores. En primer lugar, viene todo el tema de la diferenciación. Cualquiera puede elaborar materiales para opositores, pero en la mayoría de ocasiones estos materiales, aunque sean muy buenos, son insuficientes. Que un opositor aprenda todas las claves de la diferenciación lleva horas y horas de correcciones e instrucciones personalizadas. Obviamente esta parte supone un trabajo que se va haciendo una montaña a medida que se acumulan los opositores. 

 

La mayoría de preparadores están dispuestos a asumir el coste de emplear tiempo en la elaboración de materiales, ya que piensan que lo que vale para uno, vale para todos. Sin embargo, muy pocos están dispuestos a hacer correcciones e instrucciones personalizadas y de calidad, ya que apenas pueden hacerlas a unos cuantos opositores y ya no les compensa el tiempo que deben emplear. Fruto de eso, tenemos muchos preparadores que reparten el mismo material a todos los opositores, sin ningún tipo de personalización, lo que en última instancia lleva al suspenso de la mayoría de ellos. 

 

La diferenciación lo es todo, y casi ningún opositor va a llegar a ello por sí solo sin tener una ayuda continua durante meses. Para mí, ayudar a la diferenciación de dos o tres opositores en las convocatorias anteriores ya había supuesto una carga de trabajo enorme. Ampliar el número de opositores iba a suponer un elevado coste no solo a nivel de tiempo, sino también a nivel de esfuerzo intelectual. Conseguir que uno o dos opositores sean diferentes puede ser plausible. Pero cuando uno tiene que ingeniárselas para llegar a que un mayor número de opositores sean distintos, no solo con los demás, sino también entre sí, la cosa se complica. Es ahí donde aparece el trabajo de artesanía como preparador.

 

Finalmente, asumí el elevado coste, tanto a nivel de tiempo como a nivel intelectual, y me lancé a la preparación. Por las mañanas iba al instituto a dar clase a mis alumnos de bachillerato, y luego dedicaba toda la tarde a la preparación. Sin embargo, pronto me di cuenta de que me había quedado corto en la estimación de este coste. Si quería ser un buen preparador, elaborar materiales excelentes y hacer una atención personalizada, dedicar todas las tardes sería insuficiente. Fueron innumerables las noches necesarias para poder llevar a cabo el trabajo. Con el paso del tiempo, también hubo que emplear muchos fines de semana.

 

Sin embargo, aunque la parte de elaboración de materiales y la de corrección y diferenciación es extenuante, hay una tercera parte que la mayoría de gente no tiene en cuenta: la faceta emocional.

 

Opositar no es fácil, y en el camino se mezclan una serie de emociones que no siempre son fáciles de gestionar. Los opositores tienen a lo largo de lo meses tremendo nerviosismo, inquietud por no estar dominando los aspectos claves de la diferenciación, mucha inseguridad ante millones de dudas que les aparecen, etc. El preparador es uno de los receptores de este cúmulo de emociones y de frustraciones. En preparaciones anteriores, ya había vivido situaciones de crisis sufridas por Consu, Marina o Myriam, que habían necesitado de una gestión de lo más delicada. El éxito de dicha gestión había sido tan importante o más que los propios temas o correcciones. 

 

Pero la faceta emocional no acaba con gestionar estas crisis de los opositores, sino en saber autogestionar tus propias emociones. Como he dicho antes, son tantas las decisiones importantes que debes tomar como preparador, decisiones que pueden marcar el éxito o fracaso de otras personas, que la presión psicológica no siempre es fácil de gestionar. No miento cuando digo que algunas noches hay problemas para conciliar el sueño.

 

Así, la preparación se centraría en 3 frentes diferenciados. 

 

1) Elaboración y actualización de todos los materiales necesarios.

2) Trabajo de diferenciación y de corrección continua.

3) Gestión de los momentos de tensión, frustración y duda de los opositores.

 

1) En lo que se refiere a la elaboración de materiales, fue mucho más complicado de lo que en un principio me habría imaginado. En anteriores oposiciones, les había entregado a los opositores mis temas escritos fotocopiados de mi propio puño y letra (temas de 2010) y me había centrado 100% en la diferenciación, algo que era posible gracias a que estaba mano a mano con uno o dos opositores. Sin embargo, era consciente de que ahora el temario necesitaba un lavado de cara por completo para empezar a diferenciar desde un nivel base mucho más alto. De verdad que es increíble la poca importancia que le dan muchas personas a modificar los temas en cada convocatoria. Lo que valía para 2018 no valía para 2020, y lo que valió en 2021 no valdrá para 2023. 

 

Esta parte fue especialmente dura y la palabra que mejor la define es “estrés”. Me atrevo a decir que, si llego a ser consciente del tiempo y esfuerzo que realmente conllevaba, probablemente nunca hubiera empezado. Con todo esto, los temas base de 2020 acabaron siendo mucho mejores que en 2018.

 

2) Como he dicho, el trabajo de diferenciación y corrección es el trabajo donde aparece la faceta de artesano del preparador. Es con diferencia la parte más complicada y la que sin duda te quita el sueño. A veces es complicado desconectar de nuevas maneras de diferenciar a los opositores. No fueron pocas veces que, en mi escaso tiempo libre, mi cuerpo estaba en un sitio, pero mi mente estaba en otro, dándole vueltas a esta parte. 

 

Fue todo un desafío el diferenciar a un mayor número de opositores, sobre todo porque al principio siempre es difícil. No es raro que se tarden 6 meses en empezar a entender como funciona realmente la diferenciación, y que se necesiten otros 6 meses más en hacer temas de alto nivel. Muchas personas necesitan de otros 6 temas extra para conseguir poner todo junto en su cabeza. Por eso recomiendo 18 meses de preparación. Después de muchísimos meses de trabajo intenso, la gran mayoría de ellos acabaron llegando a un espectacular nivel de excelencia. Los temas que habían hecho los opositores de 2016 y 2018 habían alcanzado notas muy altas (hablamos de notas de 8 y 9). Sin embargo, me atrevería a decir que esta hornada de 2020 consiguió una mayor calidad. Temas con más matices, con más toques de calidad, más reflexionados y en última instancia, mejores.

 

En lo que se refiere a la parte de la programación didáctica, hubo que realizar un gran trabajo de actualización y mejora de todo aquello que había tenido tanto éxito en 2018. En esta fase me encontré con un aspecto diferente a oposiciones anteriores. Tras mi publicación de la guía para elaborar la programación didáctica en 2018, hubo un boom de personas que usaban las redes sociales para dar consejos en busca de la moda de los followers. El resultado fue una cantidad infame de desinformación que llevaba a la confusión de opositores. Todavía hoy veo que siguen publicadas algunas entradas que sé de buena fé que llevaron al suspenso de las personas que siguieron algunas de esas directrices. 

 

En anteriores oposiciones solo había necesitado enseñar la mejor manera de trabajar las exposiciones. Pero en esta convocatoria, necesitaba gastar energía en confirmar que lo que muchas otras personas exponían en las redes podría llevar irremediablemente al suspenso. En cualquier caso, la gran cantidad de tiempo empleada para la programación didáctica volvió a ser clave para los opositores.  Hacen falta muchos meses de ensayos de la defensa para conseguir grandes resultados, pero con mucha práctica y muchas correcciones, la mayoría de opositores consiguieron un gran nivel expositivo.

 

3) En cuanto a la gestión de todos los momentos de duda y frustración de los opositores, también necesité de una cantidad de tiempo y de energía que nunca hubiera imaginado. Lo primero que me sorprendió, y una de las cosas que más trabajo me llevó cambiar, fue la actitud con la que muchas personas empezaban la preparación.

 

Me llamó mucho la atención como muchos de los opositores ya empezaban poniéndose la venda antes de la herida y daban todo tipo de excusas para, básicamente, justificar que no podían hacer lo que yo les pedía. Todo esto, incluso antes de empezar. Las excusas eran de lo más variadas y adaptadas a todo tipo de contextos.

 

- Si eras interino te quejabas de que solo podías estudiar por las tardes. 

- Si tenías un trabajo de turno partido, te quejabas que solo tenías tiempo a partir de las 8 de la tarde.

- Sí tenías hijos, te quejabas de que tenías hijos. 

- Si acababas de terminar la universidad, aunque tenías tiempo para estudiar, te quejabas de que lo que se te exigía en la oposición era imposible para ti.

 

Pronto descubrí que hay personas que se sienten cómodas con las quejas y las excusas. Es parecido a los que defienden que la oposición es cuestión de “suerte”. Si da igual lo que yo haga porque todo es cuestión de suerte, de repente desaparece toda la presión, ya que no depende de mí. Lo mismo pasa con las excusas. Si mi contexto y mi situación hace todo imposible, entonces vivo de lo más relajado. “No es culpa mía, es que yo lo tengo más complicado que los demás”. Da igual a que grupo de personas de los de arriba le quieras atribuir esta frase. Todos encuentran motivos para justificar que para ellos es más complicado.

 

Francamente, lo primero para opositar es asumir que obtener una plaza es una tarea de lo más complicada y que va a requerir de ciertos sacrificios. La magnitud de estos sacrificios es relativa. Para algunos tener las tardes libres para sus hobbies es lo más importante en su vida. Para otros, las tardes no son tan importantes, pero desean tener la noche libre para estar con sus parejas. Para otros, lo más importante es pasar tiempo con sus hijos. Y hay personas en donde todo gira alrededor de su vida social, o incluso de las redes sociales. Si a cualquiera de estas personas le quitas eso que es más importante para ellos, te dirán que están haciendo un tremendo sacrificio, y probablemente, mayor que el resto. 

 

Aquí la pregunta clave no es cómo de grande es el sacrificio. La pregunta es ¿estás dispuesto a realizar el sacrificio? ¿Entiendes el coste al que tendrás que incurrir para conseguir tu objetivo de sacar una plaza?

 

Me vino a la cabeza mi alumna Miriam del Carmen. Se levantaba todos los días a las 7:30, iba al instituto hasta las 3 de la tarde, y luego sin comer se iba a clases de danza hasta las 9 de la noche. Terminaba de ducharse y de cenar a las 10:30 de la noche y ahí empezaba a estudiar. Si no le daba tiempo estudiaba todo el fin de semana. En 2 años no dejó de hacer una tarea y sacó un 10 en todas las materias. Mientras, sus compañeros ponían excusas de lo más variopintas para decir que no podían estudiar o hacer las tareas.

 

- Profe, es que los martes por la tarde tengo entrenamiento de fútbol.

- Profe, es que ayer quedé con mi novio que hacía tiempo que no lo veía.

- Profe, es que me tuve que quedar cuidando a mi hermano pequeño.

- Profe, es que era el cumpleaños de mi primo.

 

¿Te suena? Hobbies, pareja, responsabilidades familiares, vida social... No importa cuando ni donde leas esta lista de excusas, vale igual para alumnos de instituto que para personas adultas.

 

¿Y por qué Miriam no dio ni una sola excusa en 2 años? Básicamente por una cuestión de mentalidad. Miriam quería conseguir un objetivo y aceptaba todos los sacrificios que conllevaban. Para ella, los sacrificios eran no parar por casa en todo el día, apenas dormir por las noches (algunos días dormía 2 horas) y renunciar a todos los fines de semana que fueran necesarios para cumplir con las tareas que tenía que hacer. Poca broma para alguien de 17-18 años. Miriam always delivers.

 

Para mí, el desafío era trabajar con una variedad de opositores con mentalidades muy distintas.  No es fácil, pero la mentalidad se puede trabajar. En muchos aspectos, a veces un preparador necesita ser con sus opositores como un padre con sus hijos. A veces te toca ser el malo de la película, decirles cosas que no quieren oír, e incluso llamarles la atención si hacen algo mal. Pero en última instancia, todas estas llamadas de atención son siempre buscando sacar lo mejor de ellos.

 

El trabajo de la mentalidad fue especialmente duro con los opositores con los que solo tenía trato online.  Aunque el trabajo de diferenciación y corrección es igualmente efectivo, el trabajo psicológico se ve dificultado por la distancia. Con Myriam y con Marina podía quedar a tomar café y hablar con ellas de tú a tú, pero de manera online perdía la cercanía que la presencialidad otorgaba. 

 

A medida que se acercaba la oposición de 2020 noté como los opositores que habían empezado más tarde, y no tenían la fortaleza mental de otros, tenían todavía problemas con la diferenciación. Eso reforzó mi idea de que, para preparar una oposición de la manera correcta, se necesitan al menos 18 meses. Ya no solo porque se necesita tiempo para los aspectos más relacionados con los contenidos, sino porque también se necesitan varios meses para la adaptación mental.

 

Pero en marzo de ese 2020, estallaba la pandemia por el COVID-19, lo que de facto suponía el aplazamiento de las oposiciones a 2021. Lo lamenté por aquellos que llevaban mucho tiempo conmigo y que iban de sobra preparados, con elevadísimas opciones de plaza. Pero, por otra parte, me alegré por aquellos que habían empezado más tarde o que no habían tenido la mente donde se supone que debe estar. El aplazamiento me daba 12 meses extra para trabajar con ellos esta faceta tan importante. Una de las mayores satisfacciones al acabar el proceso, es que muchos me dieron las gracias no solo por sacarse la plaza, sino porque la preparación les había supuesto un auténtico cambio de mentalidad.

 

Por otra parte, el aplazamiento me dio la oportunidad de poder cumplir una vieja aspiración. Durante los últimos meses, había muchos amigos que me habían pedido ayuda para las oposiciones de ADE, dentro de la rama de FP. Por motivos de tiempo les había dicho que era completamente imposible. Sin embargo, este año extra me daba la oportunidad de poder ayudarles de manera más tranquila. Además, ya tenía experiencia en la preparación de la rama de FP, tanto a nivel teórico como práctico. Durante mi etapa como opositor, bajo la tutela de mi preparador “J”, los primeros meses coincidimos personas de Economía con otras de FOL y de ADE. No solo esos meses pude presenciar como enfocaban la preparación estas disciplinas dentro de la rama de FP, sino que todavía contaba con las instrucciones de “J”. 

 

Además, para las oposiciones 2016 había ayudado en Cádiz a varios opositores en estas ramas, y el resultado había sido exitoso. Así, realicé una profunda adaptación para dos amigos que se presentarían a ADE y les puse un calendario de trabajo (los dos acabaron obteniendo la plaza con una gran nota).

 

Cuando llegó junio de 2021 estaba muy confiado del trabajo que había realizado como preparador y de lo que los opositores habían conseguido con la diferenciación. Además, esta vez la práctica había sido elaborada al 100% por mi parte, por lo que contaba con que ahí conseguiríamos unos puntos extra en comparación a las otras oposiciones.

 

Cuando llegaron los resultados, se confirmó lo esperado. El nivel de excelencia que habían conseguido muchos opositores les llevó a muchos de ellos a notas por encima del 8,5 y del 9. El gran trabajo en el material práctico permitió subir varios escalones hasta el punto de que varios obtuvieron notas por encima del 9, algo que no había visto en otras convocatorias. La defensa de la programación y unidades se volvió a confirmar como el aspecto claramente diferenciador que siempre sella la plaza para aquellos que lo preparan más.

 

El número de plazas conseguido fue abrumador, y muy por encima de las expectativas que me había marcado, aunque siempre se queda alguna espinita marcada que me permitió detectar aspectos que deben ser mejorados. Cada uno de estos casos de éxito tiene sus particularidades.  Sería imposible explicar el caso individual de cada uno de ellos, y también sería injusto nombrar solo unos pocos y dejar fuera el resto. Sin embargo, hay un aspecto que la mayoría de ellos tienen en común: la ausencia de excusas.

 

Dentro de estos opositores que preparé y obtuvieron la plaza hay personas que trabajaban mañana y tarde. Personas que se quedaron embarazadas a media preparación y dieron a luz pocos meses antes del examen de oposición. Personas con trabajo y con niños que empezaban a estudiar a las 10 de la noche y me mandaban correos con preguntas a las 4 de la mañana. Personas a las que el COVID se llevó a sus padres. Personas que al mismo tiempo tenían que gestionar la empresa familiar. Personas que se mantuvieron en la preparación desde el día uno hasta el día del examen, y en más de dos años no les oí ni una queja o excusa. 

 

Por eso la canción de hoy es para estas personas que van a contracorriente, y que, aunque caiga la tormenta, nunca pierden la fuerza. Esas personas que, como Miriam del Carmen, siempre cumplen. They always deliver.

 


 

La lección de la oposición de 2021 fue la importancia de trabajar la mentalidad, ya que juega un papel crucial en el resultado final. Ahora llegaría el turno de 2023, con una nueva ley y un nuevo sistema de acceso, y en donde para repetir los éxitos habría que hacer una profunda remodelación de todo el sistema de preparación. Cambiarlo todo, para que no cambie nada.





LA PREPARACIÓN PARA UNAS OPOSICIONES DE SECUNDARIA Y FP


Mi experiencia en la preparación de oposiciones (resumen)


- Prólogo - Believer

- La decepción de 2006 - Only human

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- La semilla de 2012 - Moving. 

- Los experimentos de 2014 - Es mentira

- La prueba beta de 2016. - Whatever it takes

- El último gran héroe de 2018. - Eso que tú me das

- La prueba de fuego de 2021 - A contracorriente

- La mentalidad sublime de 2023. (en curso)


CONSEJOS PARA AFRONTAR UNAS OPOSICIONES DE SECUNDARIA Y FP 

- Consejo 1: busca un buen preparador

- Consejo 2: gestiona tu tiempo

- Consejo 3: adáptate al sistema

- Consejo 4: ponte dificultades

- Consejo 5: no te creas todo lo que oyes

- Consejo 6: Sé diferente 

- Consejo 7: Afila el hacha 


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