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2. ¿Qué es la inteligencia emocional?

Lucía no era la alumna que mejores notas sacaba de la clase. Aunque era capaz de resolver ejercicios matemáticos, analizar textos y dominar contenidos de ciencias sociales y naturales, sus notas estaban más cerca del notable que del sobresaliente. Si hubiéramos preguntado a sus profesores por lo inteligente que era Lucía, muchos habrían dicho que era bastante inteligente, debido a sus habilidades matemáticas y lingüísticas, pero no la más inteligente de la clase.

Si hubiéramos preguntado a sus compañeros, nos hubieran dicho que las habilidades de Lucía iban mucho más allá. Por lo que destacaba Lucía era por su capacidad para relacionarse, por comprender lo que preocupaba a los demás y ponerse en su lugar, además de una increíble habilidad para liderar a sus compañeros y para solucionar los conflictos del grupo. En realidad, tal vez, Lucía si era la más inteligente de la clase, aunque no del tipo de inteligencia de la que hablamos en el colegio, sino de otra más importante.

Dos mentes, dos inteligencias.

Podemos decir que todos tenemos dos mentes, una mente que piensa y otra que siente.

La mente que piensa es la mente racional, que se encarga de analizar y reflexionar las diferentes opciones antes de tomar una acción. 

La mente que siente es la mente emocional, más impulsiva y por lo tanto más rápida que la mente racional, ya que reacciona en función de emociones. La rapidez de la mente emocional hace imposible que se puedan analizar las opciones como ocurre con la mente racional.

Ambas mentes son imprescindibles. La mente racional nos puede ayudar a tomar mejores decisiones, pero la velocidad de la mente emocional puede ser en ocasiones la diferencia entre la vida y la muerte. Por ejemplo, si vamos conduciendo y nos parece que otro coche va a estrellarse con nosotros, la mente emocional tomará el mando y sin pensar daremos un volantazo. Puede que una vez pasado el momento, la mente racional entre en juego y nos demos cuenta que la situación no era para tanto y que incluso teníamos otras opciones. 

Por lo tanto, la mente emocional sacrifica la exactitud para tener una mayor velocidad. Si hubiéramos esperado a que la mente racional hiciera el análisis de la situación, podría ser tarde para reaccionar y el coche podría estrellarse con nosotros. 

La gran ventaja es que la mente emocional puede captar una realidad emocional en un instante (Antonio está enfadado porque ella le está mintiendo, eso le entristece), haciendo juicios inmediatos que nos dicen de quién debemos cuidarnos, en quién debemos confiar o quién está tenso. En este sentido, la mente emocional funciona como una especie de radar que nos alerta de la proximidad de un peligro. 

El inconveniente es que estas impresiones y juicios intuitivos hechos en un abrir y cerrar de ojos pueden estar equivocados. 

Estas dos mentes dan lugar a dos tipos de inteligencias: la racional y la emocional.

 

INTELIGENCIA RACIONAL. Está relacionada con la capacidad de asimilar y retener información para utilizarla en la resolución de problemas, principalmente con habilidades matemáticas y del lenguaje. Esta inteligencia está muy ligada a lo que entendemos por “alumno inteligente” en el colegio y el instituto.

INTELIGENCIA EMOCIONAL. Está relacionada con la identificación de nuestras emociones y del control de las mismas, debido que las emociones provocan acciones que tienen consecuencias positivas o negativas en nosotros mismos y en los demás. Por ejemplo, en la historia del apartado anterior, Ángel no controló su ira acabó agrediendo al jefe de estudios, lo que tuvo graves consecuencias para él. Pero la inteligencia emocional no es solo saber gestionar nuestras emociones sino también identificar y comprender las emociones de los demás, y saber cómo actuar ante estas emociones.

 

La INTELIGENCIA EMOCIONAL es la habilidad para identificar y controlar nuestras propias emociones, así como de comprender las emociones de los demás para así actuar en consonancia.

 

Durante años se ha pensado que los alumnos inteligentes eran aquellos que tenían un elevado coeficiente intelectual, lo que les permitía resolver complicados problemas y memorizar contenidos mucho más rápido que sus compañeros. Sin embargo, cuando pasaban los años, se comprobaba que a esos alumnos no les iba también cuando empezaban a trabajar. Al contrario, a otros alumnos, que a priori parecían menos inteligentes, les iba muy bien.

La diferencia es lo que llamamos inteligencia emocional, que incluye habilidades como el autocontrol, el entusiasmo, la perseverancia y la capacidad para motivarse a uno mismo. Por ese motivo, cuando me enteré que Lucía, con solo 25 años era la directora de un hotel, no me sorprendió. Después de todo, era la más inteligente emocionalmente de la clase, aunque sus notas no fueran capaces de reflejarlo. 


Ahora nos preguntamos, ¿qué son las habilidades emocionales?



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