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7. Pasos para la toma de decisiones

 Estefanía estaba teniendo algunos problemas con su profesora Isabel, con la tenía grandes dificultades de entendimiento. Mientras que el trato de la profesora con el resto de sus compañeros era realmente bueno, Estefanía sentía que con ella era muy diferente. Era una situación preocupante, ya que estaba suspendiendo la asignatura de su último curso, por lo que, si no conseguía aprobar, tendría que repetir curso. Estefanía tenía un importante problema y necesitaba tomar una serie de decisiones.

Para poder tomar una decisión de manera correcta necesitamos conocer el proceso de toma de decisiones.

 

El PROCESO DE TOMA DE DECISIONES es aquel en el que se escoge una determinada opción entre las existentes. Tomar una decisión no es algo sencillo, y para que se pueda llevar a cabo este proceso, es necesario tener una serie de opciones y conocer al máximo todo lo que entraña cada alternativa.

 

Los pasos a seguir a la hora de tomar una decisión son los siguientes:

1. Identificar y analizar el problema. Tener claro el problema con el que nos encontramos y analizarlo de manera correcta es un primer paso imprescindible.  Muchas veces las personas toman decisiones erróneas porque hacen un mal análisis acerca de cuál es realmente su problema Al fin y al cabo “Un problema bien planteado es un problema prácticamente resuelto”.

En un primer momento, Estefanía pensó que su problema es que la profesora Isabel le tenía manía (respuesta habitual, la culpa siempre es de otro). Sin embargo, pensando un poco más, se dio cuenta de que ninguno de sus compañeros tenía problemas con ella. Así que Estefanía decidió preguntarle directamente a la profesora donde estaba el problema. Isabel le detallo un listado de situaciones en la que la alumna faltaba el respeto de sus compañeros y de ella misma y le recalcó como su mal comportamiento en clase llevaba a que no realizara el trabajo de manera correcta y le estaba llevando al suspenso.

2. Buscar distintas soluciones. Una vez identificado el problema debemos valorar las diferentes soluciones que tenemos para tratar de solventarlo. Aquí podemos utilizar algunas de las técnicas de generar ideas que hemos aprendido en este tema.

Estefanía tenía varias opciones. A) Podría entrar en cólera, enfrentarse a la profesora a gritos y asegurar que todo lo que esta decía era mentira, entrando en una discusión en la que ella defendería que ella inocente de todo lo que se le acusaba, y que por supuesto Isabel le tenía manía (la culpa siempre es de otro).

B) Podría aceptar que tal vez estuviera haciendo algo mal y pedirle a la profesora que le explicara con calma en que momentos su comportamiento era malo. Como Estefanía no quería faltar el respeto a nadie, podría pedirle a la profesora que, si alguna vez veía que lo estaba haciendo, se lo indicara, por si acaso se trataba de un malentendido.

3. Evaluar las alternativas. Una vez que hemos detectado diferentes soluciones posibles, hay que valorar las diferentes alternativas. Podemos utilizar algunas de las técnicas de evaluación de ideas que hemos visto en el tema.

Con la opción A Estefanía sacaba su ego a relucir. La situación era totalmente injusta hacia ella (la culpa siempre es de otros) y estaba dispuesta a decirle cuatro cosas a Isabel (- “por lo menos así me voy a quedar a gusto” pensaba ella). Demostrar su ego y quedarse a gusto eran motivos de peso, pero Estefanía pensó en los puntos en contra de estas ideas. ¿Conseguirían mejorar la actitud de Isabel hacia ella? O por el contrario ¿provocaría un mayor resentimiento? Y en este caso ¿habría más posibilidades ahora de aprobar el curso?

Estefanía recapacitó, y admitió que tal vez, había una pequeña posibilidad de que ella hubiera hecho algo mal. La única alternativa que le permitía solucionar el problema era la última, es decir, centrarse en aquello que podía mejorar, su comportamiento en clase.

4. Seleccionar una alternativa y llevarla a cabo. Una vez que hemos decidido que alternativa es la mejor, llega el momento de ponerla en funcionamiento.

Estefanía acudió a la profesora con buena predisposición, preguntándole qué podía hacer para comportarse mejor en clase. Isabel se sintió agradada con esta nueva actitud y le dio una serie de sugerencias que la alumna adoptó de inmediato.

5. Evaluar los resultados de la decisión. El último paso es evaluar el resultado de la decisión que hemos tomado, ya que, si no es el deseado, habrá que volver a llevar a cabo todos los pasos anteriores para encontrar una mejor decisión.

Como no podía ser de otra manera la relación entre alumna y profesora mejoró notablemente. Al mejorar su comportamiento y aceptar las sugerencias de la profesora, el rendimiento de Estefanía aumentó, lo que se tradujo en una gran nota a final de curso. 

Es interesante comprobar que en ocasiones tomamos decisiones que nos permiten conseguir otros objetivos, pero no solucionar el problema que tenemos delante. Si Estefanía se hubiera mantenido en su línea e incluso se hubiera desahogado a gritos con la profesora, tal vez hubiera conseguido una satisfacción temporal, pero probablemente nada hubiera cambiado respecto a su nota, el cual era su verdadero problema.



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