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El control de la tristeza y la depresión


En la película Inside Out (“del revés”), la protagonista Riley empieza a sentirse triste cuando tiene que mudarse de ciudad y se da cuenta de que perderá muchos amigos. Sin embargo “felicidad” no deja a la emoción de “tristeza” salir a relucir dentro de Riley. Al intentar eliminar a tristeza, otras reacciones negativas empiezan a florecer y la protagonista tiene una auténtica crisis de identidad. Todo podía haberse solucionado desde el principio si hubiera aceptado que estar triste, en algún momento, no es malo.

La tristeza es el estado de ánimo que la gente más quiere eliminar. Sin embargo, no debería evitarse toda tristeza porque también tiene sus puntos positivos. La tristeza que provoca una pérdida irreparable, por ejemplo, suele ir acompañada de ciertas consecuencias: disminuye el interés por los placeres y diversiones, fija la atención en aquello que se ha perdido y permite una pausa momentánea que renueva nuestra energía para permitirnos llevar nuevos desafíos. 

La tristeza proporciona una especie de refugio reflexivo necesario para asimilar nuestra pérdida, un período en el que podemos llevar a cabo los ajustes psicológicos necesarios y establecer nuevos planes para que nuestra vida siga adelante. 


De la tristeza a la depresión


Pero, aunque la tristeza es útil, la depresión no lo es. 

Algunas muestras de la depresión es el odio hacia uno mismo, la falta de autoestima, el insomnio, la apatía etc.  A todo ello debemos añadir también la disminución de la capacidad de disfrutar.  En el caso de una depresión extrema, la vida se paraliza y parece que no exista alternativa para salir de la situación y puede ser necesaria la medicación.

 

Aquí, sin embargo, no hablaremos de este lado extremo de la depresión, sino simplemente de una tristeza prolongada.


¿Cómo podemos controlar una tristeza prolongada?

Una de las estrategias que no suele funcionar es aislarse. Es una respuesta lógica, ya que al sentirnos tristes podemos querer estar solos, pero también contribuye a aumentar esa sensación de soledad. Así, hay tres estrategias que pueden ser efectivas:

 

1. Realizar actividades sociales, es decir, salir a comer, ir a ver un acontecimiento deportivo o al cine; en resumen, compartir algún tipo de actividad con los amigos o

con la familia. Las mejores actividades son aquellas que pueden cambiar nuestro estado de ánimo, como ver una película divertida, ir a un concierto o un apasionante acontecimiento deportivo. También el ejercicio físico es muy positivo para reducir la tristeza.

 Este tipo de actividades puede ser muy eficaz siempre que quede claro que el objetivo que se pretende lograr es que la mente se olvide de su tristeza porque, en caso contrario, el problema continuará.

2. Centrarse en la solución y no el problema. Preocuparse por aquello que nos deprime solo contribuye a que la depresión aumente y se prolongue más todavía. Por lo tanto, dar vueltas a lo triste que estamos solo alimenta el sentimiento de tristeza sin ocuparnos de hacer nada que pueda sacarnos realmente de ese estado de ánimo.

Además, el pensamiento obsesivo puede hacer que entremos en círculo vicioso. Una vez, uno de mis alumnos se puso tan triste por no obtener las notas que quería en el primer trimestre, que sintió que no tenía fuerzas para estudiar en algunos exámenes. Entonces las notas empeoraron todavía más, lo que aumentó su sensación de fracaso y aumentó su depresión. Si se hubiera centrado en la solución para mejorar las notas, habría encontrado energía para seguir estudiando, con lo que seguro hubiera obtenido mejores resultados y reducido su sensación de tristeza.

3, Considerar alternativas positivas ante la situación que nos causa tristeza. Es natural lamentarse por el fin de una relación o tener pensamientos autocompasivos como, «esto significa que siempre estaré solo», pensamientos que no hacen más que fortalecer la sensación de desesperación. Sin embargo, el hecho de recapacitar y reconsiderar los aspectos negativos de la relación o de ver que esa relación de pareja no era la adecuada puede servir de adecuado antídoto a la tristeza.

En otras palabras, una buena estrategia es reconsiderar la pérdida desde una perspectiva diferente, bajo una luz más positiva. Siempre se puede convertir algo negativo en positivo.

En cualquier caso, aunque otras personas pueden ayudarnos, en última instancia somos nosotros los que debemos salir de esta tristeza. Si recuerdas los dementores de Harry Potter estos representan la depresión, ya que en la película se describen como “seres que se alimentan de la alegría de las personas, hasta que ya no les queda ninguna esperanza”. En la película del prisionero de Azkaban, los dementores están absorbiendo toda la energía de Harry mientras este espera a que algún mago misterioso venga a salvarlo. Hermione le susurra “Harry, nadie va a venir”. En ese momento Harry se da cuenta que sólo él puede escapar de los dementores (la depresión) y saca su varita para combatir contra ellos. Recuerda, el poder último siempre está en tu mano. Usa tu varita.


A continuación veremos la capacidad de motivarse a uno mismo.




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