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5.3 EL OLIGOPOLIO EN EL MUNDO REAL

Vídeo explicativo. El oligopolio en el mundo real




Como hemos visto, los cárteles tienen grandes beneficios para las empresas, pero, ¿por qué no todas las empresas se organizan así? Principalmente por dos razones.

1. Es difícil mantener el cártel durante tiempo. Todas las empresas tienen incentivos para romper el acuerdo y bajar los precios, ya que eso haría que aumentara mucho sus ventas y por tanto su beneficio.

En el ejemplo anterior vimos como Vueling pensaba que al romper el acuerdo eso le podía dar beneficios. Y tiene razón… Siempre que Iberia no se entere. El problema con los cárteles es que todo el mundo piensa lo mismo, que el otro no se va a enterar. Y cuando todo el mundo rompe el acuerdo el resultado es que todos salen perjudicados. Por eso los cárteles no duran mucho tiempo (que sepamos).

2. Los cárteles son ilegales. La Comisión Nacional de Mercados y la competencia se encarga de la vigilancia del mercado en España. Así la CNMC sanciona a aquellas empresas que han llegado a determinados acuerdos. Por ejemplo, hace unos años Iberdrola y Endesa fueron sancionadas por más de 15 millones de euros. En Europa la encargada es la Comisión Europea, poniendo grandes sanciones a aquellas empresas que vulneran la competencia en toda Europa.

Es decir, los jefes de las empresas no pueden llegar a ningún tipo de acuerdo en los que digan que fijan un precio, porque si se demuestra que lo han hecho, las sanciones serían bastante grandes.
Te puedes imaginar que no es siempre fácil demostrar qué empresas se han puesto de acuerdo. Por eso hace unos años la CNMC creó el programa de clemencia. En ese programa aquellas empresas que estuvieran dentro de un cártel y presentaran pruebas en contra de las demás, se librarían de la sanción. De esta manera la desconfianza entre empresas para crear acuerdos aumenta aún más. Nunca sabes quién te puede delatar.


¿Eso quiere decir que las empresas nunca cooperan?

En la práctica las empresas llegan a una cooperación tácita. Es decir, evitan las guerras de precios sin que haga falta llegar explícitamente a un acuerdo. Nadie le tiene que decir a Vodadone que no le interesa bajar sus tarifas porque con toda seguridad Movistar hará lo mismo y ambos salen perdiendo.

Un programa británico de televisión llamado GOLDEN BALLS se basaba principalmente en la dificultad que tenían los concursantes para mantener los acuerdos, a pesar de que cooperar era la única manera en la que podían ganar los dos. En la mayoría de casos la avaricia rompió el saco.

La teoría de juegos y el oligopolio

El dilema del prisionero muestra cómo, aunque para los oligopolios es más interesante actuar como monopolios y cooperar, en muchas ocasiones la búsqueda del propio beneficio puede dificultar llegar a un acuerdo.

Con dos alumnos que copian podemos explicar esta situación en la que dos personas se benefician cooperando (como un cártel) pero acaban traicionándose y llegando a una situación que perjudica a ambos (guerra de precios)


Dos alumnos han sacado un 8 cada uno en un examen y está bastante claro que han copiado en una pregunta que valía 3 puntos (ambas preguntas eran idénticas palabra por palabra). Sin pruebas de que había ocurrido, los alumnos pensaban que a lo máximo que se les podía castigar era a ponerles un 5 a cada uno, pero ambos necesitan nota para la universidad. El profesor les propone el siguiente trato. Si uno de los dos reconoce que han copiado, le mantendrán la nota (un 8) y suspenderá al otro con un 0 por copiota. El análisis que ambos hicieron fue el siguiente


Carlos pensó: Si Ana confiesa tendré un 0 si yo NO confieso, y tendré un 3 si confieso. Por tanto, si Ana confiesa me conviene confesar para rascar un 3.

¿Y si Ana no confiesa? Entonces si yo confieso tendré un 8 y si NO confieso tendré un 5. Si Ana NO confiesa también salgo ganando si confieso.

Carlos piensa acertadamente que lo mejor egoístamente es que confiese (siempre le conviene haga lo que haga Ana). Pero Ana piensa lo mismo. Como resultado, ambos confiesan y al final ambos sacan un 3. 

Este dilema del prisionero (porque normalmente se representa con dos prisioneros que han cometido un crimen) supuso una revolución, porque mostró como el egoísmo de Adam Smith no siempre llevaba al mejor resultado para todo el mundo. Aquí, el mejor resultado para Carlos y Ana es NO confesar, pero el egoísmo les llevó a confesar y al final quedar retratados.




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